Un japonés de 45 años acaba de jubilarse tras dedicar más de dos décadas a un estilo de vida sencillo y minimalista. Su increíble viaje comenzó a principios de los años 2000, cuando fijó un objetivo claro: ahorrar 100 millones de yenes (aproximadamente 640.000 dólares estadounidenses) para liberarse de la rutina de la vida corporativa.
Para lograrlo, llevó la frugalidad a niveles extremos. Durante 21 años, redujo drásticamente sus gastos, subsistiendo principalmente a base de arroz y verduras. Su compromiso con la austeridad era tal que incluso aprovechaba el calor del verano para cocinar batatas en el parabrisas del coche de un colega y renunció a comodidades básicas como el aire acondicionado o la calefacción.
A principios de este año, después de más de dos décadas de sacrificios, logró no solo alcanzar su meta, sino superarla, ahorrando 135 millones de yenes (unos 860.000 dólares). Sin embargo, la reciente depreciación del yen ha reducido significativamente el valor de sus ahorros, lo que lo ha llevado a cuestionar si realmente valió la pena vivir de manera tan austera durante tanto tiempo.
Este relato es un reflejo del dilema entre el sacrificio extremo y el disfrute de la vida, una lección sobre el equilibrio necesario entre alcanzar metas financieras y vivir plenamente.
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