Anciano de 95 años lucha por subsistir vendiendo manzanas en las calles
En un conmovedor testimonio, el señor Marcelino Cabrejos Delgado, un anciano de 95 años, ha compartido su historia de lucha diaria para sobrevivir. Desde hace años, este hombre, originario de Chiclayo, se dedica a la venta de manzanas en las calles del primer cuadro del Jirón Serafín Filomeno, en el centro de la ciudad. Su vida, marcada por la soledad y el esfuerzo, es un reflejo de la realidad de muchos adultos mayores en situación vulnerable.

Marcelino vive solo en un terreno prestado por su arrendador, en el kilómetro 19 de la carretera Federico Basadre. A pesar de contar con cuatro hijos, ninguno de ellos reside con él ni parece dispuesto a brindarle apoyo. El anciano se ve obligado a vender manzanas a un sol cada una para poder cubrir sus necesidades básicas. Sin embargo, la venta no siempre es exitosa, y hay días en los que no logra vender nada, lo que lo lleva a subsistir solo con agua y manzanas.

A pesar de su avanzada edad y las dificultades de salud, como dolores abdominales derivados de un accidente reciente, Marcelino sigue adelante.

 Recientemente, fue atropellado por un vehículo, lo que le causó lesiones en la zona baja del abdomen. A pesar del dolor, el anciano continúa con su rutina, saliendo de su hogar a las 5 de la mañana para llegar a su puesto de venta a las 6, donde permanece esperando que alguien lo apoye comprando sus manzanas.

El caso de Marcelino es un llamado de atención a la sociedad y a las autoridades para ofrecer ayuda a los adultos mayores en situación de abandono. A lo largo de la transmisión, varios ciudadanos se acercaron para comprar manzanas y colaborar con el anciano, pero su historia también resalta la necesidad urgente de un sistema de apoyo más sólido para los adultos mayores, que a menudo se encuentran desprotegidos en su vejez.

Marcelino, que con esfuerzo y dedicación sigue vendiendo sus manzanas, también dejó claro que no cuenta con el apoyo de su familia, y que, cuando no logra vender nada, su única opción es dormir y esperar que el día siguiente le ofrezca una nueva oportunidad. Este hombre valiente, que a su edad sigue luchando por sobrevivir, es un claro ejemplo de la vulnerabilidad de nuestros adultos mayores, quienes merecen una mayor atención y apoyo de la sociedad.