Entre los nevados y montañas verdes, donde está el emblemático callejón Conchucos de Áncash, se encuentra el centro poblado de Conchos donde vive Lindaura Villanueva Álvarez, de 17 años, una joven de mirada firme, estatura mediana y llena de energía, que acaba de ganar una beca completa para estudiar la carrera de Ingeniería Industrial en la capital limeña.
Ella ha vivido desde pequeña en el distrito de Pomabamba, junto a sus padres Victoria (39) y Juan (45) y sus hermanos, Thania (22), Rosa (20), Manuel (14) y Cristofer (9). Desde que empezó la etapa escolar, siempre se mostró como una alumna responsable, dedicada y atenta a los trabajos que dejaba el profesor.
Cada día se despertaba a las 5:00 a. m. entre el frío y el canto de las aves para tomar desayuno y llegar a tiempo a su colegio.
Antes de la pandemia, las clases comenzaban a las 7:30 a. m. y culminaban a las 4:30 p. m. La señora Victoria, mamá de Lindaura le llevaba el almuerzo hasta el colegio y esperaba a que ella salga de sus clases para juntas sentarse en el parque más cercano y almorzar.
Victoria siempre está pendiente de sus hijos, revisando las tareas, preguntando a los profesores por los avances y ella, como muchas mujeres peruanas, cuenta que su sueño más grande es que sus hijos sean profesionales. Por eso, se desvela para que ellos cumplan con sus objetivos.
Cuando Lindaura cursaba el quinto año de secundaria fue elegida como escolta, por ser una de las mejores alumnas de su colegio, unos meses más tarde postularía al programa Beca 18, obteniendo una beca para estudiar en la Universidad Antonio Ruiz De Montoya.
Su familia es usuaria del programa Juntos desde el año 2007, su madre siempre cumplió con los compromisos de salud y educación, que permitió a sus hijos tener mejores condiciones. El gestor local siempre estuvo presente durante el crecimiento de Lindaura y la motivó a seguir estudios superiores.
Durante sus últimos dos años de secundaria llegó la pandemia, y no tenían acceso a internet para sus clases, la señal era baja en el lugar donde vivían, pero esto más allá de ser una dificultad se convirtió en una prueba de superación para seguir adelante.
Hoy, Lindaura está lejos de casa estudiando, lejos de la familia, pero con la fortaleza para forjar su propio futuro y que el sacrificio y esfuerzo de sus padres valga la pena.
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