Cineastas regionales reclaman mayor atención a su producción. Indican que las películas hechas en el interior son tan variadas como las de Lima.

Este año, el Festival de Cine de Lima le ha dado mayor espacio que en las ediciones anteriores a las películas nacionales, en especial a las hechas fuera de la capital. 

Dentro de esta nueva postura se realizó ayer un concurrido conversatorio con cineastas y demás representantes del llamado cine regional. 

Participaron Nelba Acuña (productora ejecutiva de El rincón de los inocentes), Flaviano Quispe (director de El hijo del viento), Jacqueline Riveros, (directora de Yawar Huanca), Omar Forero (director de Chicama), Karina Pacheco (directora de Cable a tierra y Bajo la influencia) y Melitón Eusebio (director de Bullying maldito). A ellos se sumó Luis Ramos, en representación de Óscar Catacora (Wiñaypacha). 

Un tema recurrente fue si era pertinente el apelativo de cine regional. Quispe recordó que hace varios años se le invitó a él y al desaparecido Palito Ortega a participar en una muestra en el festival que llevaba el rótulo de “cine indígena”. 

Un comentario que compartieron los expositores es que el cine regional es tan variado como el hecho en Lima, pero que no recibe la misma atención. Eusebio reclamó que se borren las diferencias entre cine regional y el de Lima, y se le llame a ambos cine nacional. 

Otro tema que se discutió es el de los problemas técnicos y de distribución. La arequipeña Karina Pacheco recordó que ella estudió en el exterior y le costó adaptarse a las dificultades logísticas con las que se debía hacer una película.

Nelba Acuña, viuda de Palito Ortega, contó que poco a poco se vencen los prejuicios hacia las producciones realizadas fuera de Lima. Adelantó que es probable que el próximo año la obra póstuma de su esposo, La casa rosada, llegue a Netflix.


ANDINA