En el valle de Majes, en Arequipa, se ubica uno de los complejos de arte rupestre más extensos del mundo, pero que es poco visitado: Toro Muerto. Aunque pocos lo conocen, a tan solo tres horas en carro desde la Ciudad Blanca se encuentra uno de los principales complejos de arte rupestre a escala internacional. 

Se trata de Toro Muerto, una extensa área en la parte alta del fértil valle de Majes, que contiene una numerosa cantidad de rocas talladas de diferentes épocas.

El arqueólogo Marko López, de la Dirección Regional del Ministerio de Cultura, explica a la Agencia de Noticias Andina que posiblemente esta sea la concentración de arte lítico más grande de Sudamérica.  En esta parte del valle arequipeño, la tierra es yerma, pero existen grandes rocas que se confunden con la arena. Casi no hay piedra que no tenga algún dibujo en bajo relieve.

Se recomienda a los visitantes contratar un guía y seguir alguno de los recorridos sugeridos. Estos varían entre 30 minutos y cuatro horas. Pero así se tome el camino más largo, es imposible en un solo día ver todos los dibujos del lugar.

Deseos grabados
Existen más de 3,000 petrogliflos registrados, pero aún no se ha hecho el catastro de todo lo existente. De acuerdo con Marko López, este uso artístico que se le da a las piedras del lugar datan las de más de 2,000 años.

Una hipótesis es que estos dibujos hayan servido como la costumbre de las alasitas y los ekekos en la meseta del Collao, esto es, representación de los deseos de los habitantes del valle de Majes.

Una iconografía que se aprecia repetida y trastocada, según los estilos de distintas épocas, es la de los danzantes, tal vez cumpliendo algún rito que pedía el fin de una sequía. También vemos representaciones de la flora y fauna del lugar. 

Felinos, cóndores, llamas y una gran variedad de seres pueblan las piedras de esta parte alta del valle.
Una curiosidad, si uno tiene suerte, podrá encontrar una representación prehispánica de uno de los potajes más representativos en la actualidad de Arequipa: el camarón de río.

Medidas de protección
Para una buena experiencia en la visita a Toro Muerto se recomienda seguir algunas pautas de conducta. 

Robert Suya Cruz, guardián del complejo por una década, menciona que uno de sus principales problemas es tener que vigilar a las personas que, por ahorrarse unos soles, no pasan por la garita de control.

Los visitantes tienen que cumplir algunas disposiciones básicas. Por ejemplo, no verter agua sobre las piedras, práctica que algunos irresponsables hacen para poder apreciar mejor los tallados. También está prohibido pararse encima de las piedras o manipularlas. 

No obstante, lastimosamente existen ciertas piedras, algunas de grandes dimensiones, que han sido intervenidas recientemente.

La mayoría de visitantes extranjeros es europeo. Llegan de julio a agosto. Otro grupo que arriba seguido a Toro Muerto son los escolares. En especial los colegios del valle de Majes.

El nombre deriva de una antigua hacienda del lugar. En la entrada del complejo se ubica la capilla de Huarango, lugar donde fue párroco el poeta Mariano Melgar (1790-1815).