Se trata de una manifestación tradicional de música y danza con participación relevante en la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno.
El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación al Ayarachi de Cuyocuyo, del distrito de Cuyocuyo, provincia de Sandia, departamento de Puno, por tratarse de una particular expresión regional de una antigua manifestación en la que confluyen música, danza y creación artesanal en una organización compleja, con una original estética visual, que ha sido salvada del olvido por acción de sus propios portadores conscientes de su importancia para la identidad cultural del departamento de Puno y de todo el país.
Los Ayarachis constituyen una de las formaciones musicales más originales del sur andino, tanto por su presencia visual, como por la particularidad de su música y la tradición que atribuye su origen al duelo por la muerte del inca Atahualpa. Son conocidas las versiones de Paratía, Lampa, reconocida por RDN N° 1064/INC-2004 y la de la provincia de Chumbivilcas, Cusco, reconocida por RVM N° 413-2011-VMPCIC-MC.
Ayarachi es el nombre de un conjunto de intérpretes de zampoña y tambor -de alrededor de 30 miembros- que danzan al compás de su música en forma colectiva, con un traje de lana con accesorios coloridos, en el que destaca como rasgo característico un gran tocado de plumas. Forma parte del Ayarachi un conjunto femenino que danza con pasos suaves. Es común a todas las versiones que los intérpretes se organicen en formación de círculo, girando alternadamente a la derecha y la izquierda. La interpretación de la música es siempre colectiva, en forma monódica o intercalando notas, ejecución típicamente andina.
La tradición asocia a esta manifestación con rituales fúnebres, por la raíz del nombre, aya, muerto en quechua y espíritu en aymara. Las descripciones de formaciones con este nombre en las crónicas de la conquista indican que esta expresión existía ya durante el período prehispánico, para rituales sagrados y en particular para los oficios fúnebres. La tradición oral asocia esta costumbre al lamento por la muerte del Inca Atahualpa, hecho que marcó el fin del Tawantinsuyu y de un orden autónomo por el traumático proceso de conquista. Las versiones actuales no están asociadas a la representación de la muerte del Inca.
La ubicación del distrito en una zona de acceso a la ceja de selva influyó definitivamente en el material usado en sus instrumentos y en la vestimenta. La vestimenta es más adornada y colorida de lo que es conocido en las formaciones de este tipo con predominio de los colores rojo y blanco y por el uso de prendas tejidas con motivos vegetales y zoomorfos que hacen referencia a la vida de la región. La vestimenta es laboriosamente elaborada, hecha por maestros tejedores, siendo ajuares de elevado costo.
Las tonadas de Ayarachi de Cuyocuyo, menos solemnes en comparación con las de otros ayarachis, son ejecutadas con el ph’uco, o ayarachis ph’uco, instrumento conocido en musicología como zampoña o flauta de Pan. Los ayarachis ph’uco conforman una serie de instrumentos complementarios, de distinto tamaño y cada uno con una serie de notas, que son distribuidos en grupos con funciones diferenciadas en la ejecución de las tonadas. La melodía se ejecuta con los grupos tocando alternadamente, en una relación de complementariedad, organización de sonidos que se conoce desde el primer milenio de nuestra era.
Estos instrumentos están hechos de cañas originarias de la selva alta, como el k’ea phuti, de caña gruesa, y la castilla, de caña delgada. El segundo instrumento es el wankar o bombo, tambor de membrana de doble parche de cuero, hecho de cedro, chillima u otra madera dura de origen selvático. Este instrumento batido con una baqueta. La coreografía característica de esta danza se compone de una sucesión de figuras en hileras, ya sea en filas o columnas, y en círculos, a veces separados, a veces concéntricos, combinando en forma distinta los grupos de varones y mujeres y formando parejas. Durante el pasacalle, presentación y salida, el grupo es encabezado por la pareja del mayor y la mayora quienes, portando estandartes, indican las figuras y pasos que han de seguir.
Esta expresión estuvo cerca de desaparecer cuando el despoblamiento del campo, incentivado además por políticas de migración a la selva de Tambopata desde la década de 1950, pusieron en peligro su continuidad al desaparecer de diversas localidades, manteniéndose en un grado mínimo en el distrito de Cuyocuyo. Este proceso se ha revertido desde la década de 1990, gracias a un núcleo de pobladores cuya iniciativa ha tenido repercusión en el sistema educativo y en la institución municipal, promoviéndose concursos de danzas a nivel de la provincia y de la región. Actualmente, se practica en la capital del distrito y en las comunidades rurales que lo conforman y tiene, además, una participación relevante en la festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno.