Margot Palomino, con su canto vital, alienta a todos los que no nos resignamos a que el Perú se muera o lo maten. Sus canciones de amor,  así,  también vibran como recias proclamas en defensa del espíritu andino; del arte musical sobre todo, que fuera recogido por ella, esencialmente, en los riscos ayacuchanos.  Este cassette, retazo vivo de nuestro país, tiene pues el marco de la cálida voz de una cantatriz que, además, es Musa  de reuniones populares, donde  anima también  con personalidad y belleza.  Mientras canta y encanta, organiza la defensa del arte.

Desde sus primeras grabaciones Margot  Palomino reveló un flexible registro donde la música y  la  palabra, mantienen su diferencia y cantan juntas.  Hay en su voz metales y  melancolías que ella sabiamente, al modo andino, convierte  en afirmaciones.

 La canción de Margot Palomino expresa y defiende  la cultura popular andina. Una cultura que enfrenta la alternativa de perderse en una falsa globalización o por el contrario, constituirse en el eje de  un país multiforme. Quizás el principal espacio por la definición de lo popular  peruano (andino, amazónico, criollo) está en las ciudades y más aún en Lima.  La tarea de Margot Palomino con su voz es tan rigurosa,  poderosa y eficiente como la construcción de caminos y acueductos que comuniquen a todas las gentes.